
Estados Unidos parece dispuesto a enfrentar simultáneamente a China y Rusia para contrarrestar la erosión de la hegemonía norteamericana. La Administración Biden muestra una línea de competencia más intensa que la de Trump. Un desafío geopolítico particularmente complejo que contradice el consejo de Henry Kissinger sobre la conveniencia de dividir a Beijing de Moscú en lugar de provocar espacios que favorezcan un frente común. La puja con mentalidad de guerra fría incluye el comercio, la defensa, ciencia y tecnología y cuestiones como Hong Kong y Taiwán como la lucha entre autocracia y democracia. Un combo severo cuya escalada puede comprometer la gobernanza global y la estabilidad estratégica.
Un adversario bicéfalo como China y Rusia, miembros permanentes con derecho de veto del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, merece atención tanto desde el punto de vista económico como militar. Concentran un área geografía 26,7millones de km cuadrados (17,1 Rusia y 9,6 China) y una población de casi 1600 millones (China 1394 y Rusia 141). Ambos tienen ventajas diferentes en recursos naturales y tecnología que permite traducirse en un incremento sustancial en comercio e inversiones. El comercio bilateral, de más de 100 mil millones de dólares, podría duplicarse en los próximos años. Rusia complementa las limitaciones energéticas chinas al poseer, por ejemplo, una quinta parte de las reservas de gas y la octava parte del petróleo del mundo.
La suma de la capacidad militar de China y Rusia es igualmente significativa a pesar de ciertas ventajas tecnológicas norteamericanas en áreas clave de última generación de la guerra contemporánea. Aunque China no es aún una superpotencia global con el mismo alcance de Estados Unidos, una eventual alianza militar con Rusia produciría un significativo efecto multiplicador de fuerzas. Si bien hoy no cuentan con un pacto militar especifico al respecto, existe una creciente interacción y cooperación, los ejercicios anuales son un ejemplo como el hecho que China es un socio clave en el comercio de armas ruso. Entre ambos disponen del mayor arsenal nuclear (Rusia 6375 y China 320 frente a 5800 de Estados Unidos). En fuerzas terrestres, Rusia tiene más de un millón de efectivos activos y China un millón y medio. Estados Unidos, por su parte, cuenta con un millón 400 activos y un millón y medio adicional en siete compañías de reserva.
Un paso interesante en la estrategia renovada de Washington respecto a China es ampliar las alianzas miliares con distintas áreas geográficas y fortalecer marcos de seguridad multilaterales regionales y globales. Un ejemplo ha sido la revitalización del foro de seguridad cuadrilateral con India, Japón y Australia (Quad) para contrarrestar la influencia de China en el Pacífico. La última reunión abarco la temática de seguridad regional (libre navegación en el Mar de China Meridional como la problemática nuclear de Corea del Norte). También Quad destacó la disposición de ampliar los ejercicios militares conjuntos.
Estas circunstancias ponen en evidencia los desafíos de seguridad internacional de las próximas décadas. Las dinámicas conflictivas y de competencia entre Estados Unidos y China se encuentra generando cuadros geopolíticos estructurales decisivos. Si bien Eurasia ya se asoma como centro de poder alternativo del siglo XXI, es probable que contamine en las consecuencias a otras zonas geográficas y en particular a países en desarrollo. Difícilmente, por ejemplo, el Atlántico Sur pueda verse aislado de esa problemática de seguridad global y crisis de gobernanza global.
Por: Emb. Roberto García Moritán | : @RGarciaMoritan
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