Suponemos que las excesivas restricciones fiscales, el no respeto a la ley y las instituciones, la ausencia de orden colectivo, el creciente nivel de desconfianza, las sospechas y frustraciones entre los ciudadanos respecto al propio Estado y una progresiva parálisis en las bases de la estabilidad económica y el potencial de desarrollo, puedan ser consideradas cuestiones legítimas para entender la coyuntura argentina.
En ese contexto ha crecido una sociedad que en su mayoría adolece de conciencia marítima porque ha sido educada de espaldas al mar, hecho que ha impedido dimensionar la relevancia del mismo e incorporarlo integralmente al desarrollo nacional. Tal vez en su desconocimiento encontremos la manipulación encubierta de actores externos e internos con intereses contrapuestos a los nacionales
La problemática del mar no es parte del colectivo imaginario argentino. La escuela no lo enseña, la academia poco lo estudia, la TV no lo difunde y la política no lo considera; fin del ciclo. Y si el ciudadano desconoce lo que le pertenece resulta muy difícil que se interese en su desarrollo y una cuestión mucho más importante aún, en protegerlo, que es un legado ineludible para con nuestra descendencia.
La República Argentina se ubica en el 8° lugar en el mundo con una extensión continental e insular de aproximadamente 2,784 millones de km2, no obstante, reclama constitucionalmente (Disposición Transitoria Primera) soberanía por 10,5 millones de km2 (incorpora los territorios en disputa, la extensión de la plataforma continental – 352.000 km2 circundados en amarillo – y la península antártica), de los cuales 6,752 millones de km2 son aguas (ver Fig 1).
Un país que tiene un litoral marítimo de más de 5000 km de extensión, donde desembocan 3400 km de ríos que constituyen la principal arteria por donde se exporta el 80 % de la producción nacional, la hidrovía Paraguay – Paraná de confluencia internacional; que es puerta de acceso al único continente inexplotado del universo, la Antártida y que, además es el único país americano que tiene un conflicto de soberanía con un actor extra continental, cuya sola presencia condiciona su integridad territorial, la problemática marítima debería ser una preocupación importante en las agendas políticas nacionales.
Lamentablemente hemos de concluir que Argentina no ha diseñado una estrategia marítima acorde a lo que han sido el trazado de sus políticas de estado, aquellas que nos conciben como una nación marítima, fluvial y antártica por historia y presencia y que trascendieron las antinomias que nos identifican como Nación.
Una táctica marítima diseñada en clave geopolítica que identifique los intereses marítimos de la Nación, herramienta indispensable para el trazado de una integración sudamericana de miras a los desafíos geoestratégicos del siglo en marcha.
Una estrategia que revele la complejidad de un nuevo desarrollo portuario nacional/binacional y la importancia de construir un puerto de aguas profundas, así como un polo logístico antártico; que potencie las singularidades de la hidrovía Paraguay – Paraná y la interconexión de los corredores bioceánicos, el dragado, las represas, los actores internacionales y provinciales y su intrincada legislación vigente.
Como así también el reconocimiento estratégico de la Cuenca del Plata y de la ría de la bahía Blanca; los puertos patagónicos y la Patagonia como motor de desarrollo hacia y desde el mar; la problemática particular de Malvinas, Georgias, Sandwich del Sur y sus aguas circundantes, los pasos Bioceánicos y la Antártida, cuestiones estas que encierran la inserción de la Nación en el mundo del próximo decenio; el desarrollo de la Marina Mercante Nacional tanto la oceánica como la fluvial, así como la protección de la carga y el flete en aguas internacionales que constituyen los intereses argentinos en el exterior.
El indispensable desarrollo de la Industria Naval, pilar del progreso marítimo y generadora de innumerables fuentes de trabajo; la atención de la problemática pesquera en la administración sustentable de recursos que necesitan ser investigados, explotados y protegidos; la explotación hidrocarburífera en aguas de jurisdicción nacional y en disputa; las oportunidades y los riesgos del turismo antártico y de los deportes náuticos; las áreas marinas protegidas y la vigilancia de los espacios marinos de interés nacional; la investigación científica marina y la investigación científica asociada a la defensa; el cuidado de la biodiversidad marina y del ecosistema marino, el desarrollo de la industria mareomotriz; el tendido de los cables submarinos y de fibra óptica transantárticos, etc, son algunos de los intereses marítimos argentinos que merecen el cuidadoso estudio y respaldo de sus congéneres.
Por: Dr. Horacio Aldo Terribile
Doctor en Relaciones Internacionales egresado de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales dependiente de la Universidad Nacional de Rosario. Ha defendido la tesis Doctoral “El conflicto pesquero en la milla 201. El caso argentino y el Régimen Internacional CONVEMAR”. Ha cursado la Maestría en Defensa Nacional en la Facultad de la Defensa Nacional.
Director y docente de la Especialización en Intereses Marítimos que se dicta en la Facultad de la Armada e investigador en el campo de la Defensa y la Geopolítica.
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