La intención de manifestar mis ideas, sobre la industria naval y algunas experiencias al respecto es porque creo que algunas personas con conocimiento específico deben aportar más al ámbito en el cual se desempeñan. Ejemplo simple, los constructores navales en lo común no son navegantes, entonces precisan conocer los ajustes que les indiquen quienes están a bordo, los verdaderos usuarios.
Otra pauta muy importante, es frecuente leer u oír que todas las embarcaciones que vienen del extranjero son mejores que las fabricadas acá y de hecho en muchos casos sí lo son e inclusive más baratas; sin embargo, en otros no es así y muchos de nuestros soldadores o carpinteros de ribera así lo demuestran en su excelencia.
¿Industria nacional o importados?
Puedo atreverme a trazar un comparativo por haber tripulado nuevos y usados de manufactura nacional y también de extranjeros.
Agrego mi parecer con experiencia adquirida en servicios prestados a navieras de Chile; en Punta Arenas, como asesor en la fabricación, armado y operación de lanchas de trabajo en el Estrecho de Magallanes y en la organización y puesta en operación de naves (fabricación argentina) de aluminio, abocadas al turismo en la región de los glaciares, próximo a Puerto Natales, sur del vecino país.
Participé en proyectos de construcción de cascos en acero naval y en el armado de casillajes en el Estaleiro Villas Boas, en Rio Grande do Sul, Brasil.
Tuve la responsabilidad de navegar y también de mantener en tierra a un sofisticado catamarán europeo de 20 m de eslora, con pontones elaborados en sándwich de espuma con tecnología de infusión al vacío y resinas, de solidez notable en su vinculación y estructura.
Fui parte en proyecto de producción y armado de otro catamarán de 21 m, muy exclusivo de la fábrica francesa Catana, en Canet-en-Roussillon, sur del país, próximo a la frontera con España; motovelero muy moderno con casco de fibra de carbono (liviano y muy resistente) y una terminación insigne, adquirido por una empresa de logística en Europa.
He trabajado en reparaciones con velero de porte en tierra, en el Cantieri Mulas del pueblo de Arbatax en la isla Cerdeña, trabajando en equipo con los navegantes Filippo Mennunni y Ricardo Cufré, sumados a un equipo de profesionales sardos, de ese prestigiado centro náutico italiano. Una vez finalizado el alistamiento lo botamos y pude navegarlo y realizar ajuste de equipos en la costa Esmeralda.
Navegar, la mejor manera de conocer y ajustar al barco
Valoro adecuado para este análisis haber realizado entregas de unidades nuevas, de los astilleros bonaerenses a los muelles atlánticos donde fueron recibidas por las navieras compradoras, en acero, aluminio y fibra.
Esta labor es muy gratificante de realizar por la satisfacción del deber cumplido, y durante la misma ajustar al barco. Durante esas travesías marítimas haber puesto a punto el funcionamiento de equipos y percibiendo cómo navega ese casco.
Concluida la derrota planificada y la entrega al propietario se puede comprobar la calidad de lo hecho acá, elaborando necesario informe a las partes. Esta experiencia repetida nos brinda la capacidad de opinar al respecto, sobre desempeño y calidad, pudiendo incluso sugerir cambios para futuros diseños.
Las pláticas con los constructores
Estas singladuras permanentemente nos ponen a prueba los conocimientos teóricos y los adquiridos en el agua. Teoría y práctica, forma de casco y su modo de cortar las ondas diversas por donde se desplaza. Son esenciales las conversaciones con los arquitectos navales, técnicos y operarios de la fabricación del barco, al final ellos lo botaron e hicieron las primeras navegaciones en pruebas de máquinas e inspecciones de Prefectura.
Las charlas con ellos son verdaderos manuales a la hora de sobrellevar las tormentas con mar gruesa. Saber sobre el corte de la chapa, cómo soldaron, por dónde pasan los cables, funcionamiento de las bombas de achique, dónde están, desarme de piezas, los softwares, informaciones básicas como ésas en lo micro, y cuáles artilugios fueron usados para optimizar la perfomance en el diseño, en lo macro, dan total seguridad a quien está a cargo de la rueda de cabillas.
Los trabajadores de estos astilleros ponen mucho de sí, expertís, voluntad y esfuerzo, en nombre de un plan. Un proyecto es una creación de muchos, el vínculo de esos constructores con ese remolcador dura toda la vida. Cada vez que interrogado por reparación o ajuste el técnico, explica sus experiencias, un plus, una historia particular que tanto nos ayuda a los marinos.
Fabricación argentina de gran solidez
La fabricación argentina aún es de prototipos pero que han resultado de una robustez notable. La capacidad de obra y el uso de buen material les han dado prolongada durabilidad, hecho comprobado en las lanchas, remolcadores y catamaranes que hay en las aguas dulces o saladas de nuestras provincias. Con décadas de existencia algunos de estos talleres navales cumplen certificaciones del Bureau Veritas Certification y Normas de Calidad ISO 9001 para la construcción de buques.
Contamos casi una docena de canteras navales en el país y el 80% están en CABA y en la provincia de Buenos Aires, en el Tigre, a orillas del río Luján, donde se encuentran las más completas estructuras más destinadas a lo fluvial y otros de prestigio y excelencia en Mar del Plata.
Avances tecnológicos permiten en estos talleres fabricar remolcadores, lanchas, guardacostas, embarcaciones de trabajo, recreación, transporte, semirrígidos y artefactos navales. Las compradoras son marítimas o fluviales, organismos estatales como la Prefectura, areneras, dragadoras, clubes náuticos, etc.
Estos astilleros más calificados son miembros de la Asociación Bonaerense de la Industria Naval (ABIN), una cámara que junto a talleres y proveedores colaboran con este sector y su cadena de valor. ABIN intercede con otras entidades empresariales sindicales, de innovación y tecnología, como factores esenciales para el desarrollo, productividad y competitividad. Formada por PYMES vinculadas a la metalmecánica de lo naval.
En los últimos años se ha producido un crecimiento en la fabricación naval en hélices, ejes, bocinas, ánodos, filtros, tensores, mangueras hidráulicas y otros. En contraposición, parte de lo empleado en el armado aún proviene del extranjero, un 30%, en sí los equipos de GPS, radares y comunicación, las computadoras, sensores, comandos, etc.
Aspectos a mejorar
A corregir, aparatos sencillos que ya deberían hacerse en argentina todavía faltan: repuestos, utensilios, linternas, salvavidas, trajes antiexposición, pirotecnia, accesorios, cocinas, heladeras, bujes, burletes, ojos de buey, portas, iluminación, piletas, grifería, etc. A mejorar, hoy se arman y botan buques con electrodomésticos de uso hogareño, sin ninguna adaptación de seguridad específica, alzas o sujeciones a mamparos, terminaciones romas, trabas internas, etc., con los cuidados extras o riesgos que esto ocasiona en interiores.
Lo expuesto es con la única intención de ser veraz con estos temas y la crítica es de intención constructiva. Puedo dar fe de que nuestro personal es creativo, de mano de obra de calidad y que por eso estamos cerca de aproximarnos a la calidad y robustez de las mejores construcciones del mundo. Sí debemos ser mejores en la seriedad en el cumplimiento de los plazos de los contratos.
Quien adquiere un barco debería tener la mejor experiencia con el astillero, donde se cumpla a rigor el contrato de compra y las especificidades se cumplan. La Prefectura Naval debería acelerar su burocracia y acortar los plazos de aprobación, poniéndose al servicio de la producción naval y el desarrollo económico de tan importante sector.
Argentina tiene mucho a brindar desde su industria naval.
Por: Capitán Guillermo A. Burgos | Twitter: @GABurgosOK
Por: Redacción