En estos espacios en los que abordamos la realidad portuaria se abre la posibilidad de explicarle, al lector prosélito, sobre la mucha y variada nomenclatura utilizada en la información que prentendemos exponer.
Las personas que viven en países o regiones litoraleñas o costeras no les es extraño oír sobre boyas, o inclusive poder observarlas en ciudades turísticas de playas o estando a bordo de naves turísticas es común que hayan navegado por un canal. Entonces, el uso de estos artefactos tiene un propósito bien útil y definido en las aguas, bajo una organización estricta.
En Argentina el sistema vigente es el IALA Región B (International Association of Lighthouse Authorities) o AISM (Asociación Internacional de Señalización Marítima), el cual se rige bajo una norma internacional promulgada a fin de establecer un estándar y características del boyado que delimita canales navegables y sus aguas inmediatas con el objetivo de unificar criterios, en conformidad con un acuerdo firmado en París, el 15 de abril de 1982. Existen dos sistemas en el mundo; el “A” aplicado en Europa, África, Oceanía y Asia, y el nuestro, aplicado en toda América además de Japón, Corea y Filipinas.
Todo este sistema organizado es tendiente a sumar a la seguridad en el mar, en la búsqueda de que quien navegue llegue a las dársenas de amarre bien, sin sobresaltos por una posible ambigüedad en la interpretación de señales. Antes de esta estandarización había diversos modos de señalizar lo que generaba un estudio exhaustivo, previo a navegar en sectores desconocidos, para corroborar qué tipo de indicadores se encontraría al arribar a esas aguas.
Todo el convenio citado fue instaurado para: señalizar obstáculos a la navegación, servir de ayuda al navegante y delimitar los canales u otras vías navegables. Básicamente está compuesto por seis tipos de señales diferentes que pueden emplearse en forma combinada a lo largo de las aguas someras y accesos a las terminales. Son señales laterales, peligro aislado, nuevos peligros, aguas seguras, especiales y cardinales.
Sendos sistemas de boyado, “A” y “B”, son análogos, difieren únicamente en cuanto a la ubicación de las marcas y boyas laterales mientras el resto de las señales es común a ambos. En el sistema “B”, utilizado en nuestra jurisdicción, un buque que entra desde el mar hacia puerto haciendo uso de un canal boyado debe dejar las boyas y marcas ROJAS por estribor (por su derecha). La regla mnemotécnica para recordar lo antedicho es la palabra DER (Derecha Entrando Rojo) y también SIR (Saliendo Izquierda Roja).
Las boyas son mantenidas o sustituidas (en caso de extravío o hundimiento) por empresas contratadas por cada puerto o consorcio de gestión responsables por las vías navegables de esa región. Los barcos balizadores tienen trabajo permanentemente recolocando estos objetos limpios, pintados y libres de todo lo que se les adhiere y perjudica, asimismo recorrida la extensión de su cadena y fondeo. Cada barco al ingresar a un sistema portuario abona una tasa especialmente afectada a esa cuestión.
Luego de superar una travesía de días en aguas francas del sur es gratificante comenzar a divisar a cualquier boyado de acceso a algún puerto atlántico, sea roja, verde o amarilla, aun una de las que indica peligro a evitar es bueno verla, significando zona conocida. Estos sencillos objetos metálicos flotantes, dotados de luces y señales físicas o electrónicas son simbolismo de estar llegando a aguas amigas.
En contraposición al zarpe que nos hace respirar más rápido y promueve al más fuerte sentimiento de libertad e individualismo, la proximidad a un muelle instiga a la organización, ahonda la respiración y desacelera la mente del marino, reconvirtiéndolo en gregario, antes de llegar a tierra firme, a su ciudad, a la tranquilidad y amparo de su hogar.
Por: Cap. Guillermo A. Burgos |: @GABurgosOk |: @guillermoaburgos
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