Buenos Aires. En publicaciones anteriores hemos expuesto que el estilo y carácter de una ciudad sustentable también se define por el tipo de espacios públicos que en ella se generan. La existencia de plazas, parques, bulevares, espacios de recreación deportiva, áreas de juegos infantiles, espacios de encuentro y disfrute en general, otorgan a nuestras urbes una plusvalía ambiental que se relaciona directamente con los desafíos de las democracias del nuevo siglo, en la que los derechos humanos son contemplados en forma integral y en el que el derecho ambiental, es parte constitutiva de los nuevos paradigmas constitucionales.
Es por ello que hoy se puede afirmar que los espacios públicos constituyen el esqueleto o sostén principal del fenómeno que hoy denominamos democratización de espacios públicos. Se trata de áreas que conectan el entramado dinámico que dan vida a la sustentabilidad espacial de la ciudad.
Desarrollar políticas públicas para construir ciudades democráticas
Los espacios públicos constituyen entonces el soporte, marco y escenario de un sinfín de actividades de la ciudad. Y más allá de las experiencias cotidianas de cada vecino y de la estructuración de la actividad comercial y laboral, estos espacios también son protagonistas de fiestas patrias, ceremonias, intervenciones culturales, turísticas, deportivas y de recreación.
Pensado de ese modo, una gestión política adecuada sobre la promoción y sostenimiento de los espacios públicos no solo remite a uno de los ejes fundamentales para estructurar una ciudad sustentable, sino que propone una mirada innovadora y participativa en lo que hace a los modernos procesos de democratización espacial, cultural y simbólica.
Sin dudas gestionar conscientemente ciudades democráticas en materia de espacios públicos es una decisión estratégica, pues se trata de promover asentamientos humanos inclusivos, seguros y resilientes, ciudades donde los obstáculos se convierten en oportunidades de nuevos desarrollos y donde el espacio público juega un papel necesario y esencial.
Asegurar el desarrollo humano
Según la última conferencia de ONU HABITAT III (2015), los espacios públicos deben ser vistos como “zonas multifuncionales para la interacción y encuentro de la comunidad, el intercambio económico y cultural entre la expresión de una amplia diversidad de personas y deben ser diseñados y manejados para asegurar el desarrollo humano, la construcción de sociedades pacíficas y democráticas y la promoción de la diversidad cultural”.
Estas expresiones claramente nos hablan de algo más que el paradigma común sobre lo ambiental, donde el impacto es siempre visto como algo negativo y la noticia moviliza para la conservación y nunca hacia el desarrollo o la reconversión de un problema en un desenlace superador.
Los espacios públicos verdes, por ejemplo, son fundamentales para la sostenibilidad del ambiente. Porque adecuadamente planeados y diseñados, desempeñan un papel fundamental en las estrategias de mitigación y adaptación al cambio climático, ya que ese tipo de espacios pueden reducir las emisiones de carbono mediante la absorción de ese componente en la atmósfera.
También pueden actuar como sistema de drenaje sostenible, moderador de temperatura solar, fuente de corredores de refrigeración, refugio y hábitat de vida silvestre, como es el caso de la Reserva Natural Urbana Bahía Encerrada en nuestra ciudad.
Por último y recurriendo a otro ejemplo, un 10% de mejora en la calidad de las áreas peatonales de las calles podría producir una reducción de 15 kg de emisiones de dióxido de carbono (CO2) por hogar al año, al reducir la dependencia de los vehículos familiares.
Planificar y diseñar para democratizar e integrar
En los paradigmas actuales, los gobiernos locales están utilizando la planificación y el diseño para catalizar la regeneración urbana, promoviendo el reverdecimiento de la ciudad y de este modo, creando lugares de intercambios comunitarios y culturalmente inclusivos.
Es por eso que la tendencia actual está exigiendo a los gobiernos locales la promoción de áreas compactas, habitables, con el espacio público adecuado que facilite el transporte público, aliente la movilización a pie y en bicicleta, lo que reduce las emisiones de carbono.
La ciudad democrática y participativa es la única forma ambientalmente sostenible para un ámbito construido, prestando atención a los grupos con necesidades especiales, como las personas con discapacidad. Los estudios han demostrado que la interacción con la naturaleza, a través del espacio público y verde, se ha asociado con la salud general y mental.
La Organización Mundial de la Salud recomienda un mínimo de 9 metros cuadrados de espacio verde por habitante y que todos los residentes vivan a 15 minutos a pie de la zona verde. Otros estudios sugieren que los servicios de los ecosistemas urbanos como la reducción de la contaminación del aire y refrigeración urbana tienen múltiples beneficios para la salud a largo plazo.
Democratizar Ushuaia a través de sus espacios públicos
En los últimos años hemos asistido a momentos clave para el desarrollo urbano ambiental de Ushuaia. Es claro que el tipo de política gubernamental que se viene desarrollando en nuestra ciudad ha puesto una mirada decisiva en el ámbito de los espacios públicos, espacios de corte innovador, con diseños de vanguardia y demostrando un profundo interés en la mejora de la calidad de vida de quienes caminamos y vivimos aquí; pero también de respeto hacia los ocasionales visitantes y turistas.
La puesta en valor del paseo costero, su diseño sustentable a partir de propuestas como los 10 kilómetros de bici sendas que bordean la bahía de Ushuaia y la Bahía Encerrada, la aplicación de tecnología orientada a la recreación como es el caso de waia (un modernísimo dispositivo de realidad aumentada para proyectar la historia y la cultura local en los teléfonos celulares), los playones deportivos a lo largo y ancho de la ciudad, la renovación de plazas y parques barriales, son todas gestiones deseadas y valoradas por coterráneos y visitantes.
Los espacios públicos poseen entonces beneficios innegables para la salud humana y ambiental de nuestra comunidad a través, por ejemplo, del estímulo hacia la actividad física. Pero en la realidad actual de Ushuaia, también aportan a la salud espiritual de la comunidad, pues a través de ellos se genera relación e identificación con el lugar logrando igualdad y equidad entre personas. Y este aspecto no debe subestimarse, porque son realidades que hacen a la construcción democrática de la ciudad.
Ushuaia se encuentra transitando, sin dudas, un camino basado en un paradigma ambiental moderno, sustentable y quizá lo más importante, sentando bases filosóficas que interactuarán con el imaginario local. Es cuestión de convencernos entre todos que podemos ser una ciudad señera para la región en materia ambiental.
Contamos en ese sentido con políticas públicas transformadoras y con una gestión municipal dispuesta a sentar bases sólidas. Se trata de sembrar un sendero de beneficios que nos incluyan, nos resguarden y nos permitan seguir viviendo la ciudad que soñamos, para nosotros y para las futuras generaciones.
Por: Lic. Virginia Rizzo | Twitter: @Rizzo_Virginia
Licenciada en Ciencias del Ambiente y Directora del Observatorio Socioambiental – Instituto de Estudios Fueguinos (IEF)
Por: Redacción