Buenos Aires. Dejando de lado el sesgo de connacionalidad, lo extraño de esto no es la plena coincidencia de la respuesta, sino la repetida lógica utilizada para llegar a ella. No pocas veces el mismo interrogador era quien se autorrespondía algo como esto: “Dumas es mejor, pues dio la vuelta al mundo en condiciones más precarias que el inglés, quién además estuvo escoltado por un barco de la armada británica, durante cierta parte del trayecto». Faltaba agregar un argentinísimo “así cualquiera da la vuelta al mundo” y asunto concluido.
Puesto en medio de esta ilusa dicotomía Dumas/Chichester, me agradaría opinar, aunque no concluya una respuesta completa ni convincente.
El hecho es que Dumas realizó efectivamente su viaje en condiciones técnicas más precarias que Chichester. Y me pregunto entonces: ¿es acaso la precariedad del equipo un criterio náutico de evaluación? Si así fuera, podríamos decir que Vito realizó un viaje más arriesgado, lo cual es indiscutible, pero si deseamos ser objetivos, no soslayemos que Vito tenía 42 años y Francis casi 70. Eso pone en el tapete otro tipo de riesgos que algún valor deberán tener, si lo que comparamos son sólo riesgos, como la clásica respuesta nos lo muestra.
Y siguiendo con los riesgos… ¿Es acaso tener un mayor riesgo en la navegación –riesgo voluntariamente elegido- un sinónimo de tener mayor calidad de navegante?
Quienes sostengan que la vida es el bien supremo, es decir que no hay nada por encima de ella, no pueden entonces argumentar que el hombre que la arriesgue más para lograr algo es mejor que el que no lo hace tanto para realizar lo mismo. Esta postura equivale a contradecirse, a romper con el paradigma que se dice defender.
Por otra parte, quienes no compartan este postulado vital, si son consistentes con su línea de razonamiento deberían concluir que no sólo debido a la precariedad de su equipamiento Dumas es superior a Chichester, sino que también los mejores trapecistas serán aquellos que no utilicen redes, que los mejores pilotos eran los de los albores de la aviación pues volaban en la forma más precaria que se conoce; que los mejores pacientes quirúrgicos eran los que se intervenían antes de la existencia de antibióticos o anestesias y, generalizando, que la humanidad más valiosa, la mejor, es la más antigua, dado que la vida era mucho mas riesgosa entonces. En mi opinión, un claro disparate que no resiste el más mínimo análisis.
En cuanto al hecho de que Chichester fue protegido por un barco de la Armada Británica, no solo no creo que esto quite valor a su viaje, sino que arriesgo una lectura totalmente diferente. Pienso que esa pequeña escolta que recibieron el Gipsy Moth IV y su aplaudible capitán, fue una palmaria demostración de la importancia que la corona, los marinos y sociedad británicas le otorgaron al entonces intento del luego Sir Francis.
Sin duda una actitud heredada de la época -hoy opacado reflejo- en que el mundo padecía aquello de “Britannia rules the waves” (Gobierna, Britania! Britania gobierna las olas) y que, de hecho, con esta corta escolta, han honrado la encomiable empresa de un inglés de casi 70 años que las arremete solo contra el mar, honra que a Vito se le negó durante 40 bramadores años de injusticia, luego de un efímero período inicial de justo reconocimiento.
En mi opinión, si queremos comparar navegantes, debemos utilizar parámetros náuticos, no criterios necios que desborden un claro desprecio por la vida, que en primera instancia es mucho más valiosa que el más hermoso de los veleros y la más heroica de las travesías. Creo que comparar estelas, nos permitirá dilucidar cierta perspectiva en la cual ubicar las acciones y sus actores. Sugiero entonces recordar la historia de solitarios de uno y otro, comparando sus obras, como si de pintores se tratase.
Recordemos que la Blue Water Medal con que la Joshua Slocum Society distinguió a Dumas le fue entregada por todos sus viajes en solitario, no por su vuelta al mundo solamente. Vito, como un moderno Colón, realizó 4 viajes impresionantes, por lo que es obvio que el aporte de Dumas a la navegación en solitario es mayor y más importante que el de Chichester. Además, en esos viajes, Dumas batió sus propios récords mundiales de distancia navegada en solitario y permanencia en el mar. ¿Algo más deportivo que competir contra sí mismo y además… vencerse?
En mi opinión, este currículum desempata deportivamente a favor de Vito pues Chichester –con todo lo admirable que sin duda posee– carece de antecedentes similares. El antedicho, podría ser un criterio de evaluación. No pretendo que sea único ni infalible, pero creo que es más sensato que andar comparando riesgos solamente.
Entrando en el terreno de lo subjetivo -tengo mi corazoncito-, a diferencia del gran navegante inglés, Vito aún despierta fantasías, pues todos sus viajes los realizó a la antigua. No hay diferencia cualitativa entre la manera en que Vito navegó y vivió a bordo, con la de los marinos de los siglos anteriores a él. Como ellos, Vito utilizó la madera, el algodón, el hierro, el cobre, el cuero, el viento, algún combustible líquido para cocinar y alimentar sus fanales.
Como ellos, carecía de motor, de electricidad y, también como ellos, ¡hasta padeció el escorbuto! A diferencia de algunos de ellos, Dumas tenía un sextante tal vez un poco, y no más que eso, más preciso; pero no así sus cronómetros, que ni siquiera eran marinos, puesto que podríamos haberlos encontrado en uno de los extremos de aquella cadena que orlaba la respetada barriga de nuestros abuelos, por lo que la supuesta ventaja de su sextante desaparecía, víctima de la inexactitud de sus relojes. Es esta anacrónica semejanza -a la que se suma lo espartano del interior del velero-, lo que creo que le confiere a Dumas una aureola clásica de la que, a mi juicio, Chichester carece.
Los navegantes somos bichos raros. Si queremos volar, elegiremos lo más avanzado en aviones, lo más rápido y seguro. Nadie osaría abordar un avión con las alas sostenidas por alambres fijos en el extremo de un poste ubicado en la crujía de su fuselaje. Si necesitamos hacer una intervención quirúrgica, no aceptaremos menos que lo último de la técnica y generalizando, queremos estar en sincronía con nuestro siglo en todo… ¡excepto en la vela!: seguimos casi con los mismos palos y piolines de hace 4 mil años y con velocidades relativas a la eslora en flotación, cuyos promedios han crecido muy poco, pese a las fortunas que hemos gastado en ello. Lo más llamativo es que bien poco nos importa y gozamos de ello. De alguna manera, filosóficamente hablando, los navegantes a vela seguiremos siendo antiguos. Clásicos.
Puedo imaginar que no dentro de mucho, habrá turismo casi masivo al espacio, pero seguirá siendo imposible, y así lo aceptaremos con alegría de escolar, que podamos navegar a 30 nudos en un H 20. Somos clásicos. Vemos en Vito al súmmum de lo clásico y no en Chichester.
Como aquel Mohicano, creo que Vito es el último de esos navegantes que nos hacen soñar y a la vez, el primero en hacer lo que hizo y cómo lo hizo. Creo que es todo esto, sumado a sus viajes, lo que le otorga un lugar en la historia de la navegación a vela en general y de los solitarios en particular, que no ocupará Chichester ni ninguno de los excelentes navegantes que lo siguieron. Jamás.
¿Dumas o Chichester?
Responder con argumentos preñados de tácita omnipotencia que descalifiquen el valor de la vida, delata en quien los esgrime, una peligrosa concepción de esa vida, consistente en confundirla con una interminable regata de vanidades y, por supuesto, integrar alguna de las tripulaciones en pugna. Si Vito, como declara con sus palabras previas en “Los 40 bramadores”, lo que quiso hacer es dar un ejemplo a la juventud, tengo mis serias dudas que su intención haya sido indicarles la proa hacia la muerte.
Por: Ricardo Cufré. Navegante y Escritor.
Por: Redacción