Nada nuevo en el horizonte, grita el tripulante apostado en el nido de cuervo –una suerte de barril de observación- en la parte más alta de un barco, cuando en verdad la tripulación desea ver tierra. Esta parábola es para destacar la necesidad imperiosa, dentro de estos tiempos de crisis severa que vivimos, de poder incrementar todas las actividades de producción relacionadas con los barcos y sus arribos a los puertos locales, pensados y construidos por los ingenieros Luis Luiggi (BNPB), Guillermo White y Abel Pagnard (Rosales).
Hoy disponemos de casi 20 años de intentonas, de proyectos y de asesorías inclusive internacionales para la optimización del sistema portuario de la bahía, esto no significa que Ingeniero White precise de los otros puertos, pero sí que el resto precisa del mismo. Por qué esto, porque el CGPBB puede contribuir a organizar a un equipo profesional amplio muy capaz de evaluar los programas que se tienen en manos. Formalizando todos estos supuestos, recomendaciones técnicas y económicas aplicables se podrá asentar la piedra basal a un modo administrativo de este desarrollo desde el mar, que junte a los actores de la inversión, administrativos, políticos y del quehacer de la región.
Los que tomamos decisiones institucionales debemos laborar en equipo junto a los profesionales y llevar adelante un mecanismo sostenible y apto a miles de hectáreas que compone la bahía, en las cuales los puertos y sus ciudades crezcan en simultáneo. El norte a seguir debe abarcar un trabajo de interacción con los productos que lleguen y salgan de los muelles, buscando una transformación que les agregue valor, donde la Zona Franca podrá tener una participación estelar.
Nada de esto deberá estar desasociado de la preservación medioambiental, preventiva de inmediato y correctiva a mediano plazo, como también la colocación del ser humano en el rediseño de la bahía -pasado ya un siglo de la fundación de sus muelles originales- y por las próximas décadas. Este hombre que, después de organizar deberá emprender tareas muy complejas de mejorar lo que hay, construir sitios, brindar servicios para barcos mayores y poner el sistema a funcionar.
Cualquiera de las ideas expuestas proviene de todo lo leído al respecto y observación in situ, primero de las características desfavorables a resolver, pero ganando rápidamente entusiasmo cuando veo todas las condiciones de ventaja que nos posicionan en un lugar de privilegio. Esta geografía sin igual nos brinda a las ciudades aquí erguidas la capacidad de ir concretando racionalmente los objetivos propuestos.
Debemos capitalizar este flagelo de la Pandemia y aprovechar iniciando una organización previa. Argentina ya demanda un complejo portuario amplio al sur de CABA y próximo a las provincias australes; no es eficaz económicamente administrar un espejo de agua atlántico gigante sin ningún otro punto donde converjan las empresas, trabajadores y flujo económico. Para esto contamos con puertos con calado, polo industrial pujante y recurso humano del mejor del país con la posibilidad concreta de transformarnos en la región privilegiada en el binomio ciudades – puertos, la más importante del país.
Esta configuración a la cual apuntamos deberá inserirse aún más en el sistema logístico del país y con proyección a lo que ya está sucediendo a escala en el mundo desarrollado. Sin duda debemos seguir pasos estratégicos que nos lleven a la modernización y construcción de las infraestructuras, en el agua y en la tierra. A mi entender dos aspectos claves: los accesos deben seguir siendo optimizados posibilitando el intermodalismo y, no menos importante, las inversiones deben respetar conceptos medioambientales y ser buenas, para el sector actuante pero también para la población.
Para poder triunfar hay que cumplir con pasos seguros que sostengan el desafío. Dejar en manos del análisis a la academia, vinculada con el interés regional, provincial y nacional y que con ello se pueda desarrollar conocimiento y formar nuevos profesionales para seguir realimentando al circuito.
En la gestión de este conjunto, con el mejor formato a elegir (autarquía, agencia, consorcio o dirección), deberá haber representantes del sector privado y público con capacidad de generar atractivos regionales para que lleguen aportes económicos también de empresas foráneas (navieras, pesqueras, compañías) y firma de acuerdos, en un marco de concertación continua. Estos administradores tendrán el desafío de poner a funcionar dicha estructura de gestión y buscar el financiamiento, ante inversores privados, la banca estatal (provincial/nacional) o inclusive con el capital internacional.
Ubi concordia, ibi victoria (donde hay unidad hay victoria).
Por: Lic. Guillermo A. Burgos | Twitter: @GABurgosOK
Presidente del Consorcio de Gestión del Puerto de Coronel Rosales
Por: Redacción