
Buenos Aires. Un factor fundamental y que parece indiscutible para la construcción de una sociedad mejor es que los gobernantes tengan conocimiento de las diversas gentes que forman su nación. Tarea que parece fácil, sin embargo se traduce en un conocido interrogante; uno piensa: si el político en el poder se conoce a sí mismo, debería por ende, conocer a su pueblo. Allí radica el problema casi sin solución, al menos hasta ahora, porque los mandatarios parecen no conocer a quienes, en teoría, representan.
Para esto, entendamos que muchos de los políticos en funciones no pasan de meros oportunistas, vemos que algún motivo los llevó a ofrecer su rostro, el mismo vendió y de allí se dibuja una trayectoria política con objetivos desconocidos para la mayoría menos para él, aunque el disfraz común sea el servicio.
Cuando no es así, es el deporte, la moda, la televisión o alguna actividad notable que los lleva a una situación de aparecer ante el gran público ganando notoriedad y siendo cooptado por algún partido. Este mecanismo meteórico de ocupar espacios seguramente no es el mejor, y tampoco sobreentiende a alguien preparado para ejercer la función pública.
La RES PUBLICA, cosa pública para los romanos, no se aprende en curso por correspondencia o en seminario de fin de semana, es necesario mucho más, principalmente formación ética y moral. No quiero aquí hacer apología de la escuela o del medio académico en sí, como salvoconducto del buen político. Ya tuvimos en el país gente con estudios, pergaminos y diplomas en cuadritos pero que sus títulos no condujeron a lugar alguno, y me refiero a la historia bien reciente.
Buscando una analogía en el vecino Brasil, encontramos algo semejante en Fernando Henrique, brasileñamente llamado de F.H.C. (léase: Efe-agá-ce), Cardoso para los argentinos. Este señor, erudito, profesor, sociólogo, con vastísima producción académica, en especial sobre el Brasil esclavista imperial, al llegar a la presidencia priorizó afirmar el republicanismo y profesionalizar a los cuadros públicos. Jubiló con honores a personal anacrónico del funcionalismo público y llamó a concurso para sustituirlos, con un nivel de exigencia como corresponde. Derivado de esto, hoy es común ver entre 500 y 1000 candidatos por vacante en el empleo estatal, a las cuales hay que dedicarle muchísimas horas de estudio para obtener aprobación.

FHC pudo sostener el valor de la moneda, “plan real” que él mismo implementó cuando se desempeñó como ministro de hacienda, colocado allí por Itamar Franco, que había sucedido a otro Fernando, Collor de Mello, a posteriori de que lo echaran vía impeachment. Collor fue forzado a renunciar para que no lo sacaran por la vía legal, con la alegación de haber escondido dinero recaudado para la campaña electoral, hecho que generó que su secretario Paulo Farías y novia terminasen muertos, suicidados en secuencia indicó una investigación increíble con explicación de novela de bajo presupuesto, exactamente como ocurre en países como los nuestros.
Volviendo a Cardoso, hay que decir que modernizó mucho a Brasil, cambió todos los documentos de los ciudadanos, centralizó en parte la burocracia que afectaba a la sociedad e hizo mucho por renovar el sistema de jubilación. La opinión pública coincide en que mejoró la alimentación en la población, en su gobierno el pueblo comió pollo y tomó leche como nunca antes, entre otras conquistas de destaque.
Para terminar y mostrando el otro lado de la moneda, este mismo profesor honoris causa de varias universidades del mundo, mientras presidente y finalizando el primer mandato, consiguió con mecanismos espurios mediante, que el Congreso le aprobara una ley, modificando la constitución para permitir reelegirse y asumir un segundo mandato. Luego de cambiar la Carta Magna para su permanencia y, consecuentemente, sus ocho años de supremo mandatario vino Lula. El líder de los trabajadores también con dos períodos de cuatro, es decir, doblete por dos; la alternancia en el poder y el deseo de renovación de la gente puede esperar, por lo menos en los países donde los gobiernos de turno se venden como muy buenos y propagandean con plata del Estado en pauta publicitaria para beneficio propio y permanencia.

Creo que es sencillo de entender que la apuesta debería ser la educación, esencialmente para lo referente a la política. No significa que la misma haga de las personas un bastión de capacidad y honestidad, pero al menos creo que sea un elemento de minimizar el interés personal y enaltecer el bien colectivo. Como aporte de pensamiento entiendo que, quien no tiene preparación, conocimiento (obtenido de la forma que sea, escolar o práctico) o formación, estaría en cierta desventaja para con los que sí la tienen.
Así como a un cirujano plástico, a un arquitecto, a un odontólogo o a un marino mercante se le exigen títulos y especialización continuos, a los políticos se les debería demandar lo mismo. Pasantías, capacitaciones, cursos o participación en función pública. Constituirse en consejos estudiantiles, ayudantías de bloque, elegirse edil en un municipio, diputación provincial, etc., serían escalones previos y muy necesarios.
La democracia tiene cosas curiosas en muchos lugares. Para pretender ocupar hoy un simple puesto administrativo en muchos distritos es necesario presentar título de enseñanza secundaria, condición sine qua non, para poder inscribirse y participar del triage. Ahora bien, para postularse a la mayoría de los cargos electivos nada es exigido en términos de educación, sí tener cierta edad, salario compatible, residencia y ciudadanía. Vuelvo a insistir, creo que para demostrar y probar experiencia para una posición representativa de tanta importancia son necesarios pasos precedentes y seguros. Sin duda, pondero la evaluación como algo indispensable para reducir algunos bochornos que muy a menudo nos toca asistir, de los representantes del pueblo.
Es urgente que haya una reformulación política que beneficie al ciudadano y no a los partidos y sus intereses de colonización social. Situaciones comunes hoy deberían ser eliminadas; tales como, si un diputado o concejal cambia de partido o intenta hacer rancho aparte, pierde su mandato. Lamentablemente, es práctica común ser electo con una sigla y posteriormente, cruzar la vereda, según conveniencias políticas, haciendo mayoría en la base de partidos asociados al poder, u oposición, en casos particulares.
Sistema muy cuestionado el de la DEMOCRACIA, tal cual es. Régimen político heredado de Atenas y que permitía que los hombres ricos (apenas) y poseedores de tierras tuviesen derecho a elección y participación política. Hoy todos podemos votar, sin duda hemos logrado avanzar en muchos aspectos. Ahora también creceríamos democráticamente verificando y no permitiendo que quien vota por A, B o C lo haga incentivado porque recibió algún tipo de beneficio.

Hay ideología que nutre a partidos políticos que los hacen creer que el concepto republicano puede ser modificable a su provecho. También sería fundamental no confundir democracia -sistema de elegir y controlar autoridades-, con libertades individuales, habría que leer más sobre esta temática, así como los conceptos de gobierno, estado y nación.
Para concluir, el proceso de evolución en este campo es lento, despreocúpese ya que en América del Sur estamos en el vestíbulo de cualquier entendimiento político más serio. Somos repúblicas muy jóvenes, sociedades organizadas aún en pañales, en una pasarela judeo-cristiana y de formación inmigrante que ha dado molde a mucho de lo que nos pasa hoy.
Así sucedió en otros lugares del mundo, no podría ser diferente aquí. Fórmulas mágicas no hay, apenas trabajo de hormiga que apunta a que cada uno haga lo mejor posible.
Por: Lic. Guillermo A. Burgos | : @GABurgosOk | : @guillermoaburgos
Por: Redacción