El historiador nunca debe perder de vista la importancia fundamental de su investigación y análisis. En el caso del profesor es la obligatoriedad de transmisión de su conocimiento para sus discípulos, elaborando una visión que los ayude a entender que cada momento del pasado contiene toda una diversidad de futuros posibles. La Historia tiene que analizar los problemas de nuestro tiempo, como hicieron en la antigüedad aquéllos que con su trabajo y lucidez trajeron luz al presente y nortearon un futuro.
Estudiar hechos ya ocurridos ha sido cultivado por todas las sociedades, preocupándose con el Hombre y su evolución temporal, siempre presente, aunque uno no se dé cuenta; en movimiento, rica, agitada, viva y dinámica, que empeña a la gente en la lucha por mejores situaciones y no en la nostalgia de otros tiempos. Es movida por la fuerza de los grupos humanos, con caras, hábitos e intereses diferentes. La misma va siendo construida entre gritos, prisiones, pasiones, silencios, tiroteos, cariños, odios. En verdad, los grandes personajes históricos somos todos nosotros.
De esta forma es necesario estar alerta al educar porque, en modo general, la gente asocia la palabra «Historia”, del griego histor, aquél que vio, a una lista interminable y fastidiosa de fechas, hechos, epopeyas, nombres de grandes personas y lugares. Entendemos que no existe el hombre aislado, solo, en contrapartida, lo que él construyó, realizó, soñó o perdió, sucedió en conjunto, con la participación de otra gente.
Revisionismo
Así, queda claro, que Historia no es el saber de las cosas viejas y sí el Hombre preocupado con su destino, origen, vida pretendiendo entender, dominar y superar su realidad. La justa comprensión de sentido histórico convierte a la persona en alguien integrada en su tiempo, al contrario de lo imaginado por los iniciadores preocupados en registrar epopeyas, hechos grandiosos, endiosar a la patria, enaltecer a la élite o a la religión. Abreviando: quien no está en sintonía con su tiempo no puede entender otras épocas.
Es dentro de esta visión de reflexión y no de reproducción que precisamos pensar, no permitir ese pensamiento es dar otro «sentido» a lo ocurrido, como muchos medios de comunicación y escuelas hoy están haciendo. Para ello se vuelve fundamental la Historia en la Educación, dando a los alumnos las pautas que esta materia establece, en los diferentes enfoques de un mismo hecho histórico.
Fui profesor en enseñanza secundaria y me esforcé para conseguir que los niños piensen y elaboren ellos mismos sus propias conclusiones históricas. De esta manera la asignatura se transforma también en una fuente formadora de opinión, ello no es discordar con lo que dicen los libros, pero, siendo críticos: ¿cuál de los libros, el que afirma o el que niega? Hay tantas versiones, ¿no es cierto?
Imperativo sí es repensar el significado de la Historia y su transmisión en la educación a partir de la experiencia y de la memoria de pueblos que registraron, o no, su pasado a través de la escritura. Ésa es la gran tarea de las escuelas y de sus maestros para alcanzar una nueva «visión» de sociedad. Hoy esta versión es llamada de revisionismo que, en mi entender, debe contemplar TODAS las vertientes ideológicas.
Asimismo, la asociación de la Historia a la Filosofía no puede ser despreciada por educadores. Filosofía viene del griego filo, amigo y sophia, sabiduría, esta ciencia es otorgante de sentido a las cosas. El filósofo Pitágoras se autodenominó «filos-sophos», o sea, el amigo de la sabiduría, el que siempre busca el saber, rechazando ser poseedor de la verdad. Sócrates pasó meditando críticamente sobre su vida, son suyas las frases que dicen: «una vida que no es examinada no merece ser vivida» y “sólo sé que no sé nada”.
Los mayores filósofos molestaron mucho en sociedades en las que les tocó vivir, Confucio, Buda, Giordano Bruno, Gandhi y otros que intentaron ejercitar su ser filosófico. En nuestro mundo capitalista y de consumo este tipo de pensador termina recibiendo el estereotipo de investigador de cosas sin cabida, un alienado, alguien que apenas orbita en el campo de las ideas. En palabras del italiano Gramsci: «todos los seres humanos mientras piensan sobre la cultura, lenguaje y el mundo que reciben al nacer, si lo hacen de manera crítica y responsable, son filósofos”.
Más que nunca precisamos PENSAR proyectando filosofía sobre nuestras vidas, amparados en la comprensión histórica del pasado, para idealizar un futuro mejor. Digamos que hoy sería muy interesante oír a un educador decirles a sus pupilos: “jóvenes, sean felices, vivan y no cometan los mismos errores que nosotros”. Seguro que mientras lee alguien dirá: mis profesores no promovían eso.
Es comprensible, hasta hace poco tiempo los mitos y creencias aún imperaban. Lo que sucede es que normalmente el soporte teórico del profesor sigue siendo insuficiente; en su graduación la mayoría de ellos tuvo acceso a sólo algunas teorías sobre la educación y de forma bastante vaga que, no le permitía una mayor reflexión sobre su realidad.
Ya el método de enseñar Historia debe guiar la práctica docente, pero principalmente, contribuir para que él realice una reflexión sobre la misma a partir de referenciales teóricos. Partimos, entonces, de la presuposición de que ese proceso de construcción no se inicia de la nada, y sí de referenciales obtenidos a lo largo del proceso de educación y formación de quien enseña.
Cuidado, tampoco esa formación y transformación no puede ser entendida como una copia fría y neutra de teorías educacionales. El contexto social es otro determinante que no puede ser ignorado, a medida en que consideramos que el proceso educativo vincula alumno y familia, profesor, cuerpo administrativo, materiales, teorías, prácticas, país y región en cuestión, interactuando entre sí.
La sociedad moderna
Los fundamentos sociales, morales, económicos, culturales y políticos de la sociedad antigua fueron siendo superados desde la instauración de la sociedad moderna en el siglo XVI. La burguesía en expansión pasó a revindicar formas más concretas de vida; no le bastaba una educación dogmática, era preciso recurrir a una formación que le diese condiciones de dominar a la naturaleza.
En ese contexto, la instrucción pasó a llamar la atención, tanto de los que deseaban mantener, como de los que deseaban subvertir la orden vigente. De un lado, los defensores del mantenimiento de la estructura social y de las prerrogativas de la Iglesia reorganizaron sus escuelas de modo a garantizar una educación religiosa y la instrucción en asignaturas eclesiásticas; por otro lado, aquéllos que se rebelaron contra lo vigente pedían enseñanza más democrática popular y moderna, que posibilitase lidiar con los nuevos modos de producción.
Al hablar de Historia en la Educación es útil comprender como la pedagogía orientó los saberes filosóficos e históricos y cómo a lo largo del tiempo surgieron teóricos preocupados en la Educación de las sociedades, y en su mejor desarrollo. Destacamos al suizo Rousseau (1712-1772), a pesar de no haber sido propiamente un maestro sus ideas mucho influenciaron en la educación de la modernidad. Sus conceptos pueden ser localizados en grande parte en su libro “Emilio” publicado en 1762.
Todavía en el siglo XVIII, en el auge de la Revolución Francesa, destacamos a otro suizo, Pestalozzi (1746-1827), considerado el “educador de la humanidad”. Influenciado por Rousseau, se preocupó con la formación del hombre natural; sin embargo, contrariamente a su antecesor, buscó unir ese hombre a su realidad histórica. Considerado uno de los precursores de la educación nueva del siglo XVIII, sus contribuciones fueron de gran valor para la estructuración del pensamiento educacional cuando hubo en Europa cambios significativos en el campo educacional.
Las escuelas laicas marcaron la ruptura del dominio de la Iglesia sobre la educación, reafirmando la hegemonía de la burguesía liberal; se puede decir que ese movimiento fue resultante de todo un cambio que ya estaba ocurriendo en el proceso productivo, consecuentemente, generando evolución social. Ésta, a su vez, exigía nueva instrucción.
Señor padre, señora madre, formadores en el sentido amplio de la palabra, seamos fieles apreciadores de las instrucciones y experiencias que nos han dejado, cumplámoslas con criterio, adecuándolas al mundo en que vivimos. Tenemos teoría y métodos comprobados para seguir, ejemplos a imitar, no dejemos a nuestros menores sin orientación si nos consideramos en la lucha por un mundo más justo. Aprendamos y crezcamos con el pasado.
Por: Lic. en Historia Guillermo A. Burgos | : @GABurgosOk | : @guillermoaburgos
Referencias bibliográficas:
FREINET, Elise. O Itinerário de Celestin Freinet: a livre expressão na pedagogia Freinet, R.J.: Francisco Alves, 1979.
MANACORDA, Mário A. História da Educação: da antiguidade aos nossos dias, São Paulo: Cortez, 1989.
ROUSSEAU. Emílio, da educação, Rio de Janeiro : Difel, 1979
Por: Redacción