
La génesis del criollo americano surge en las guerras independentistas de este continente en donde actuó y terminó victorioso, como soldadesca a servicio de las Colonias -repúblicas en formación-, que rompieron con su Metrópolis, España.
A posteriori de esos conflictos esta figura continuó prestando servicios, muchos por su dote de jinete y manejar ganado, en las estancias como peón y por temporadas, lo que lo caracterizó como semi nómada, una suerte de errante sin techo fijo, con toda la pampa a disposición.
Muchos eran mestizos, de padre blanco con madre india o negra, y de la mano de sus cualidades buenas y malas fue volviéndose emblema, objeto de observación y destacado en una nueva literatura llamada gauchesca, en la cual se desnuda su forma de vida, aptitudes camperas, valentía, e injusticias sociales. Obras magistrales de las plumas de José Hernández en su obra prima de 1879, Martín Fierro o de Ricardo Guiraldes con Don Segundo Sombra de 1926.
La idea de escribir sobre esta temática fue por la gran cantidad de veces que me preguntan, al ver fotos del sur de Brasil representativas de esta cultura: ¿cómo, hay gauchos allí, campesinos tropicales? Sí, identifiquemos por un momento las mulatas y la samba apenas para Rio y leamos más sobre el vecino país, muy poco o nada se estudia en el colegio secundario sobre la América Portuguesa, lamentablemente.
En la llamada campaña riograndense también se escuchan polcas, milongas y mucho chamamé, en semejanza total con la música de Corrientes y Misiones. Hay muchos compositores y cantores quienes encuentran en el folclore rioplatense gran fuente de inspiración.
Para desarrollar este tema es menester destacar la importancia que tuvo en Rio Grande do Sul, un conflicto existente entre esta provincia y el Imperio del Brasil, entre 1835 y 1845.

La llamada Revolução Farroupilha (Harapienta), en su intento de proclamar una república, en el mismo modelo que sus vecinas Uruguay y Argentina contribuyó posteriormente, de alguna manera, a la construcción histórica de una identidad riograndense: el gaucho brasileño. Esta guerra intestina del siglo XIX, de una década, consta en sus libros de Historia, en la literatura, en cuentos y mitos, transita en arengas políticas, novelas, en peñas folclóricas, etc.
En esa época Rio Grande do Sul era llamada Provincia de São Pedro, frontera con dominios uruguayos y argentinos era una región muy importante para el acceso al Río de la Plata.
Los portugueses tenían especial interés por el contrabando generado en esta región, de oro y plata desviado de la tributación española, por eso la fundación portuguesa de la Colônia do Sacramento, en 1680, justamente enfrente a la ciudad de Buenos Aires.
Otra disputa de conveniencia entre castellanos (hispanohablantes) y portugueses era el ganado abandonado por los padres de las misiones jesuíticas, cuando los mismos fueron expulsados por corrientes de invasión paulista, llegadas desde el litoral, llamados estos hombres de bandeirantes, en alusión a las banderas que portaban, fuesen de interés particular o trabajando para Portugal.
Sumado a este hecho, se inicia en la región de Minas Gerais el ciclo del oro y las piedras preciosas, siendo así importante para la Corona Portuguesa conceder amplios poderes a los estancieros, dueños de tierra y ganado. De ese modo, era de sumo agrado estimular el establecimiento de esos hacendados como bandos armados en regiones de frontera, cuidando el interés territorial lusitano.
Estos caudillos fueron armándose progresivamente llegando a tener mucha autoridad y poder en estas latitudes meridionales. Nombres como Bento Gonçalves, Antônio Netto, Onofre Pires, Teixeira Nunes, Davi Canabarro, Bento Manuel Ribeiro, Domingos José de Almeida, Affonso Corte Real, entre otros, son tan importantes en el sur brasileño, como lo son los mayores próceres argentinos o uruguayos.
Son justamente ellos los que se rebelan contra el Imperio en 1835, argumentando que la Corona portuguesa no atendía a sus intereses personales, sometiéndolos a altos impuestos en las estancias y saladeros de la provincia.
La guerra de 1865, entre la Triple Alianza (Uruguay, Imperio del Brasil y Argentina) y el Paraguay, va a contribuir a la formación social de este sujeto que estamos intentando describir e identificar. En esta desigual Guerra del Paraguay, por algunos historiadores llamada de “genocidio americano” va a aparecer la bombacha como indumentaria utilizada. Hasta entonces, el campesino usaba un lienzo grande, a modo de precursor chiripá, en algunos casos colocando otra prenda debajo, con bordados en las extremidades, algo así como un calzoncillo largo.
Al final del siglo 19 otra refriega, ésta de carácter regional, llamada de Revolta Federalista o Revolta da Degola (del degüello) agregará identidad bravía y violenta, al hombre de campo: el que no teme, quien jamás afloja, quien no se entrega; esa especie de estigma es muy semejante a la verificada en el oriental o argentino.
No es difícil de imaginar esto: en el caudillismo, los seguidores del jefe también tienen que presentarse con las mismas cualidades: diestro en armas, eximio jinete, siempre listo para enarbolar bandera y el coraje como atributo esencial.
El degüello, la violencia, el uso del cuchillo, la tortura, siempre fueron elementos comunes en el sur de Brasil. La yerra, faenar animales, defender espacios, la esclavitud negra o indígena, los permanentes castigos, el desprecio y rechazo a hijos mestizos bastardos, nortearon a una sociedad dura, en la cual la sensibilidad fue vista como sentimiento apenas femenino.
El conspicuo General Antônio de Souza Netto, llamado por los negros esclavos como “libertador”, en encuentro con el último monarca de Brasil, Don Pedro de Alcântara, al ser interrogado del porqué de la belicosidad del fronterizo brasileño, respondió: “Majestad, mientras a algunos pocos les tocó la lírica vida de la Corte, vida de Atenas, a otros muchos nos restó la defensa de las fronteras brasileñas, la vida de Esparta.” Netto así definió la vida en las pampas brasileñas criticando sutilmente al emperador.
El color de la bandera provincial mantuvo los colores de la Casa Portuguesa, el verde y amarillo, aunque en el medio de ambos los rebeldes interpusieron un rojo en diagonal, identificando a las luchas, a la sangre derramada en combate.
Dando continuidad al entendimiento, un siglo después de estos hechos, al terminar la 2ª Guerra Mundial (1945), Brasil fue invadido por un espíritu estadounidense vencedor. Hubo una invasión cultural norteamericana notable en el país, de usos y costumbres del Norte, en especial porque los EUA tuvieron base en el noreste, estratégicamente por ser el punto geográfico más cercano con Europa y África.

En contrapartida a ese movimiento extranjero, un grupo de estudiantes secundarios de Porto Alegre, capital de Rio Grande do Sul, en oposición a lo que pasaba en el país, inauguró el primer C.T.G. (Centro de Tradiciones Gauchas) rescatando a la cultura antigua regional que enseguida se transmitió a las otras dos provincias sureñas, Santa Catarina y Paraná. Los críticos dicen que en este momento se inventó la vestimenta y otras características del personaje, se enaltecieron aspectos positivos y se atenuaron los denostativos. A ellos les digo que sí, que es cierto que es una creación, pero ocurrió, así como en todas las construcciones sociales, en cualquier lado.
Estas peñas culturales actualmente están diseminadas por todo el país, inclusive en varios países extranjeros, donde se puede encontrar un buen mate amargo, asado o buena comida típica de campo, actividades y deportes ecuestres, la fraternidad que caracteriza a los pueblos que disfrutan de todo esto en un espacio rural.
Hoy se ve en todas las calles provinciales, no apenas en el interior o regiones de frontera, gente vistiendo ropas de campo, alpargatas o botas, rastras, sombreros o boinas y bombachas. Pasó a ser traje normal, inclusive en festejos de gala, donde el campero se presenta con su ropa de fiesta. Es lindo de ver, de apreciar que una cultura está siendo rescatada entre todos, poco a poco y que congrega a muchas personas que se identifican con ello.
Valoro a las tradiciones que fuimos construyendo en nuestras historias; celebro a los gauchos, desde el patagónico hasta el charro mejicano ¡Viva el gaucho americano!
Por: Lic. Guillermo A. Burgos | : @GABurgosOk | : @guillermoaburgos
Por: Redacción