Ciertamente los que habitan en las altas latitudes, antiguas tierras de Graham, más abajo del paralelo 50, merecen conocer la historia de uno, entre tantos, de los hombres que fueron construyendo el temple y la forja de la gente del sur.
José María Borrero nació en 1880 en Aragón, España. Estudió en Santiago de Compostela, donde se recibió de doctor en Teología. Sumando esfuerzo personal e intelecto continuó sus estudios en Madrid, donde se licenció en Letras. En una escalada académica impresionante volvió a emigrar y siguió estudiando en Toulouse, Francia, donde se recibió de abogado, ejerciendo la profesión en Bilbao, es decir, estudió en francés y ejerció en euskera (vasco).
En 1916 fue contratado por la Universidad de San Marcos en Lima, Perú, para las cátedras de filosofía y latín.
Posteriormente y por escribir duros artículos contra el gobierno -en diarios de oposición- fue forzado a huir a Santiago de Chile. En dicha capital chilena no permaneció mucho tiempo por los mismos motivos anteriores, la crítica. Siguiendo su peregrinaje laboral llegó a Trelew donde volvió a ejercer la profesión de abogado.
En 1919 se establece en Río Gallegos donde fundó un diario. Además de sus funciones periodísticas extendió sus capacidades administrativas para lo cual fue nombrado apoderado general de la Sociedad Importadora y Exportadora de la Patagonia y también de la Ganadera Menéndez Behety. En estos nobles cargos de la aristocracia pastoril enfrentó serios problemas por sumarse a huelgas de operarios, defensa de injusticiados, que le valieron el oprobio de sus empleadores, forzándolo a mudar, una vez más.
Una vez instalado en Buenos Aires cursó periodismo y se afilió a la U.C.R. llegando a cultivar amistad con don Hipólito Yrigoyen, quien tenía cierta simpatía por España y por gente vinculada a la Iglesia.
José Borrero escribió el libro «La Patagonia Trágica» que fue publicado en 1928, en un relato destaca el fin del siglo XIX e inicio del XX, período de barbarie en el sur argentino. En esa obra el autor describe y documenta, inclusive con fotografías, el exterminio indígena, la matanza de trabajadores, el soborno y la ocupación de tierras fiscales.
En su objetividad en las palabras y en la acusación directa del propio autor: «… Los latifundistas, verdaderos señores de horca y cuchillo, no vacilaron en perpetrar la matanza de los aborígenes, cuya eliminación tuvo características similares a las empleadas en la lucha contra una plaga. No titubearían en apoderarse y usufructuar las tierras fiscales; y en contrabandear el ganado, protegidos por funcionarios policiales y administrativos, a los que compran o eliminan…»
Borrero murió en enero de 1931. Tenía lista la continuación de su libro, llamada Orgía de Sangre. Sus originales fueron robados de sus baúles a posteriori de su fallecimiento.
Evitando cometer anacronismos, entendiendo la dura realidad de la estepa patagónica de esos tiempos, recomiendo la lectura del libro mencionado a los que quieran conocer más del territorio donde habitan, a los que quieran saber cómo se forjó la idiosincrasia sureña.
Para concluir, «Se mata a los hombres, pero las ideas no mueren; desaparece el acusador, pero la acusación subsiste y la verdad brilla y resplandece, y tarde o temprano la justicia se hace», son palabras del abogado, profesión que supo ejercer en varios países, José María Borrero.
Por: Lic. Guillermo Burgos | : @GABurgosOK | : @guillermoaburgos
Por: Redacción