
Buenos Aires. Uno de los mayores desafíos diplomáticos de América del Sur es convertir al mapa de integración en un tejido más intenso de intercambio comercial intrarregional y la realización de un espacio común en materia de obras de infraestructura física.
El paradigma geopolítico, que involucra una visión geoeconómica, debería estar conformado por la voluntad común de acelerar la creación de un gigantesco espacio de libre comercio junto con un entrelazado de comunicaciones, transporte, energía y obras de desarrollo que apuntalen y proyecten los procesos subregionales del Mercosur y la Alianza del Pacífico.
Ambos bloques, aunque de naturaleza diferente, son de singular importancia económica desde el punto de vista regional e incluso global. El PBI del Mercosur es casi el 50% del total de América Latina y el de la Alianza del Pacifico del 37%. Sin embargo y pese a la proximidad geográfica, el intercambio comercial entre ambos mecanismos no guarda relación con las posibilidades potenciales de un comercio intrarregional mejor aprovechado. De acuerdo a la CEPAL el comercio entre los dos bloques es casi de un 10% para el Mercosur y 5 % para la Alianza del Pacífico.
América del Sur necesita con urgencia poner en ejecución una red diversificada de obras en los ejes de integración física y desarrollo, destinado a multiplicar de manera geométrica la potencialidad de la complementariedad regional como con relación a la inserción en el mundo.
La Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana (IIRSA), que nace en el 2000, debería volver al centro de la escena y de la atención política regional. Más de medio millar de proyectos, en obras calculadas aproximadamente en los cien mil millones de dólares, requieren de un impulso político renovado y de esquemas innovadores de inversión y financiación.
Existen ya diez ejes identificados que cubren áreas diversas, entre otras, de conexión interoceánicas, de entrelazado de la región Andina, el Amazonas o la Hidrovía Paraguay- Paraná. Es necesario ahora que los doce gobiernos sudamericanos califiquen de prioridad absoluta el conjunto de esos proyectos, algunos en avanzado estado de factibilidad, y se comprometan en un cronograma de realizaciones bajo un patrón de desarrollo territorial equitativo y sustentable.
América del Sur, que representa el 42% del continente y solo habitado por un 6% de la población mundial, es una región que se puede transformar en un polo de desarrollo de significativas proporciones a escala global.
Los recursos naturales y las condiciones favorables de su diversidad, están a la vista. Solo falta la decisión diplomática común de impulsar a la región, en el corto plazo, a un actualizado paradigma de integración comercial y física en beneficio de sus casi 388 millones de habitantes.
Por: Embajador Roberto García Moritán | : @RGarciaMoritan
Por: Redacción