Egipto de los faraones fue el país de los sabios. Así lo dice el egiptólogo francés Christian Jacq, en su brillante libro «La Sabiduría Viva de lo Antiguo», en el cual explica cómo ellos tuvieron como principal preocupación la búsqueda de la realización espiritual a través de la práctica de la sabiduría, encarnada en una diosa, Maat. Ella es la rectitud, la integridad, la verdad, la precisión, la justicia, la coherencia, la solidaridad; oponiéndose a Isefet, el caos, el desorden, el mal en todas sus formas.
Los sabios de Egipto escribieron sus enseñanzas para abrir el espíritu, ampliar el corazón, hacer de él el receptáculo de Maat. Los visires eran una especie de ministros, sabios, encargados de hacer vivir Maat en la tierra y colocarla en el centro de las relaciones sociales.
Una materia muy importante en la Universidad al cursar Historia es Antigüedad Oriental, período que contempla todo lo ocurrido en la Mesopotamia de los ríos Tigre y Éufrates, y en Egipto, del río Nilo. Es exactamente en estas regiones donde nacen nuestras civilizaciones iniciales, al menos en el modelo de estructuras de ciudades, de Estados y Templos presentes.
Estas organizaciones iniciales serán modelo a seguir para lo que posteriormente se fue construyendo a lo largo de los siglos, inclusive más al oeste, en lo que se estudia como Antigüedad Occidental, básicamente el estudio de las sociedades de Grecia y Roma.
Uno de los ejercicios cotidianos que realizo, y que fue la causa de mi inclinación para estudiar Historia, es creer que el estudio de eventos pasados sirve efectivamente para analizar momentos presentes y, en base a experiencias ya tenidas, poder modificar lo que se viene a futuro. El pasado bien interpretado es indefectiblemente un futurólogo implacable, al menos en países con sociedades nuevas, en aprendizaje.
Volviendo al Nilo, el río que posibilitó la gran prosperidad egipcia brindando vida y prosperidad, marcando la existencia de todos aquéllos que vivían a sus orillas y desempeñando un papel crucial en la formación y desarrollo del Egipto de los faraones, cultura que perduró, casi en el mismo formato, durante 35 siglos.
En época de la V dinastía egipcia vivió un visir llamado Ptah-hotep, cuyas palabras fueron milagrosamente conservadas en un único papiro, en el mismo se pueden encontrar enseñanzas tales como:
– No repitas la maledicencia, no le des oídos. – Es la manera de expresarse de aquél que tiene el vientre en fuego. ¡Que la estupidez que maldice sea eliminada!
Estos dos mensajes nos muestran claramente como hace milenios la cultura egipcia tenía claro el concepto de que el ser humano ponderado, coherente, debe permanecer con la boca cerrada, evitando hablar en exceso.
Analizando hoy este hecho veo como en muchos aspectos todavía no evolucionamos. Se constata diariamente, en cualquier medio, la crítica a los otros. Muchos políticos deshonestos hicieron de ello su arma predilecta, lógico recurso cuando no se tiene nada a crear, a producir. Mejor criticar a nuestro opositor, aunque para esto se precise inventar alguna «cosita».
La suposición de insidia y murmuración tiene efectos devastadores en los grupos de trabajo, es fuente de inestabilidad y viene a entorpecer las posibilidades de formación de un espíritu de cuerpo que favorezca la efectiva labor conjunta.
El chisme es hoy uno de los factores más importantes en la televisión comercial, en el medio artístico, en las revistas, en la sociedad, donde fuere. Me parece que la incapacidad de contener la lengua es directamente proporcional al desarrollo humano. Y lo peor de todo, es muy fácil respirar profundamente, contar hasta tres y no «disparar» la lengua. Los egipcios, 4000 años antes del presente, ya apostaban en la sabiduría y el conocimiento para evitar este serio y vulgar defecto humano.
Por: Lic. en Historia Guillermo Burgos | : @GABurgosOk | : @guillermoaburgos
Por: Redacción