Más de cien años atrás se iniciaban las construcciones de los puertos de esta región, con mano de obra en gran mayoría inmigrante, así como los primeros inversores portaban banderas extranjeras. De la mano de estas personas que aquí llegaban fueron surgiendo las primeras canoas para obtener pescado, botes a remo para pasar las amarras de los cargueros del momento, balleneras bajando el equipamiento y vituallas para Puerto Rosales, Ingeniero White y a la Base Naval.
Hace algunas décadas que frecuento los puertos locales y un lustro que he acompañado muy de cerca y semanalmente las operaciones de las lanchas que navegan en estas aguas de ría. Los marinos que las tripulan obtienen de ese sencillo ingenio mecánico de casco y motor el recurso de subsistencia para su familia, en lo común por generaciones.
Normalmente las embarcaciones menores y sus tripulaciones han sido soslayadas por el personal embarcado o en tierra, de la mayoría de los sectores portuarios con navíos de gran porte. A veces el tamaño de la nave puede engañar, a nivel de empresas en diversas ocasiones factura más una menor a 12 metros que otras con eslora más destacada.
Es seguro que facture mucho más una langostinera que un barco dedicado a actividades de puerto, que no sea un remolcador. Los trabajos y sus recaudaciones dependen de los contratos, las necesidades portuarias y de los bajeles que allí pasan sus amarras para la carga o descarga.
En mi opinión un patrón motorista profesional de 3ra. categoría con menos capacidad de tonelaje a despachar, es tan capitán como el mejor de los prácticos y en lo común he aprendido mucho de estos avezados navegantes formados en la práctica desde temprana edad, quienes a veces resuelven problemas a bordo de modo muy sencillo otorgado por lo empírico.
Hay gran especificidad en las naves de servicios: ambulancia, de retirada de basura, de despliegue de barrera de contención antiderrames, de transporte de personal, equipo y carga de pequeño porte, de buceo, socorrista, seguridad de muelle, patrullaje, ordenamiento en sectores de mucho tránsito, de practicaje y baqueanos, batimetría, pasajeros, con grúa, de combustible, turismo, pesca embarcado, pesca artesanal, comerciales con pescados y verduras, etc.
En lo legal, el personal embarcado debe ser poseedor de habilitación otorgada por la Prefectura Naval de acuerdo al tipo de nave a despachar, en el caso del responsable ser patrón y su ayudante ser como mínimo marinero de zona, específica donde navegue. Estas diferentes categorías se van dando naturalmente en la gente de mar, al prestar servicios a barcos o desempeñarse en la pesca artesanal.
Las lanchas prestan servicios esenciales en dársenas, muelles y a barcos. Muy a menudo en tareas nocturnas, en mal tiempo, lluvia, nieve o invierno, con estructura muy simple y desprovista de grandes equipamientos, de acuerdo a la tarea para la cual fuera construida.
El hombre de mar en estos casos está totalmente integrado a su embarcación y utiliza todos los recursos de viento, marea y distribución de pesos para la optimización y seguridad del desplazamiento en las aguas.
La vocación está siempre presente en las tripulaciones, en lo normal entendiendo que la labor es en conjunto, de equipo, donde cada marinero o maquinista desempeña con precisión sus tareas específicas.
La mar termina indefectiblemente sacando de su medio a quienes no les gusta la actividad, en la cual persisten aquéllos que la ven también como a una aventura y no sólo a una obligación laboral.
Por: Cap. Guillermo A. Burgos | : @GABurgosOk | : @guillermoaburgos
Por: Redacción