Buenos Aires. La Marina Mercante y la Armada Argentina tuvieron una activa participación en la guerra de Malvinas, y sufrieron la pérdida de muchos de sus integrantes, varios de ellos en el incidente que hoy recordamos. Cuando la fragata inglesa HMS Alacrity hundió al transporte naval Isla de los Estados ese fatídico 10 de mayo de 1982, en el estrecho de San Carlos, una pequeña embarcación llamada Forrest, cumplió una destacada labor en la búsqueda y rescate de sobrevivientes y fallecidos.
El Forrest era un pequeño carguero y pertenecía a la Falkland Islands Company, luego del Operativo Rosario fue requisado y tripulado por la Armada Argentina. A cargo de esa embarcación fue designado el entonces Teniente de Navío Rafael Molini. El hoy oficial retirado accedió a relatarnos su experiencia relacionada con el Isla de los Estados.
Confluencia Portuaria: ¿En esta fecha y próximas a ella, donde se encontraba y qué estaba haciendo al mando del Forrest?
Rafael Molini: “Desde el día 4 de mayo de 1982, habíamos zarpado temprano de Puerto Argentino y después de alistarnos adecuadamente, nos ordenaron cumplir una importante misión en el Estrecho de San Carlos. Allí teníamos dos regimientos del Ejército Argentino en la isla Gran Malvina, en puerto Mitre y puerto Zorro, y había un buque que era el Río Carcarañá, que en su destacada del día 1 de mayo de Puerto Argentino, habida cuenta de lo peligroso que resultaba estar ahí, había fondeado en puerto Rey en el Estrecho de San Carlos.”
“Así que nos movilizamos con el Forrest hasta el Río Carcarañá y comenzamos a hacer una serie de navegaciones con carga hacia los dos puestos del Ejército. Resalto que el día 4 cuando fuimos a la bahía Zorro, nos amadrinamos al transporte ARA Bahía Buen Suceso, que ya tenía amarrado en la otra banda al Isla de los Estados. Llevamos dos hombres de reemplazo, que voluntariamente fueron al Isla de los Estados. El primer oficial maquinista Miguel Aguirre y el Mayordomo Sandoval. Este último ya estaba retirado, sin embargo, quiso ir a reemplazar al que tenía que regresar.”
“Luego de esto navegamos hasta el Río Carcarañá y empezamos a hacer la descarga desde el día 5 hasta el 9 de mayo. En este último se produce un incidente en puerto Mitre. Habíamos zarpado desde el Río Carcarañá a las 6 de la mañana y estábamos en puerto Mitre, con la descarga iniciada. Pero a media mañana, con gran parte de nuestro buque sin descargar, nos ordenaron partir hacia el sitio del hundimiento del pesquero argentino Narwal, con el objetivo de rescatar a sus náufragos. Interrumpimos la descarga y comenzamos el alistamiento y embarcaron dos médicos del Ejército en forma voluntaria, por cualquier necesidad, hecho muy meritorio por parte de ellos. Zarpamos a las 10 de la mañana a máxima velocidad, hacia el sur de Puerto Argentino, a unas 50 millas de éste.”
“Navegamos en dirección a la desembocadura sur del Estrecho de San Carlos y desde allí con un arrumbamiento general sureste, nos destacamos hasta el sitio donde, supuestamente, estaba hundido el Narwal y sus náufragos esperando ser rescatados. Anocheció y navegamos en la zona sin hallar rastros y a las 20:30 horas recibimos la orden de regresar.”
“A modo de anécdota, y mientras nos encontrábamos en puerto Mitre (día 9), un subcomandante que se encontraba controlando las defensas del sitio, me invitó a acompañarlo y desde muy lejos en la montaña había divisado al Forrest, porque era muy llamativo al estar pintado de blanco y rojo. Así que a mi regreso le alerté a la tripulación que era muy fácil identificarnos y que eso no debía ser así. Por ese motivo se pintó de color verde oscuro -casi negro- y quedó bien camuflado.”
“Al regreso del sitio del hundimiento del Narwal, ya en la madrugada del día 10, fondeamos en proximidades del Río Carcarañá, que tenía en una de sus bandas amarrado al Isla de los Estados. A las 8 de la mañana nos abarloamos en la otra banda e iniciamos la última parte de la descarga.”
CP: ¿Qué ocurrió desde que amarraron al Río Carcarañá, hasta la medianoche?
RM: “Comenzamos descargando las 20 toneladas de víveres frescos que había en el buque para ser distribuidas entre los dos puestos del Ejército en la isla Gran Malvina. Aproximadamente a las 13:30 horas finalizamos esta tarea y nos movimos del costado del Río Carcarañá a una de las bandas del Isla de los Estados, para completar el combustible del Forrest. Mientras estábamos en esta maniobra, el Capitán Alois Payarola, comandante del barco, nos invitó a mis oficiales y a mí, tres éramos, a almorzar en el comedor del Isla de los Estados.”
“Nos trasladamos y fue realmente un almuerzo muy agradable, que ahora a la distancia lo sentimos muchísimo. Estábamos con el mencionado Payarola, el capitán Tulio Panigadi (Marina Mercante), el Primer Oficial Bottaro (M. M), el Segundo Oficial Jorge Politis (M. M) y otros oficiales que hoy no recuerdo con seguridad. Fue una comida muy distendida, era toda gente excepcional, “poniéndole el hombro a la guerra”.
“Terminado el almuerzo, cerca de las tres de la tarde, quiero recordar que nosotros ya habíamos cargado los víveres y el buque con el combustible completo. En ese momento les digo a todos: Me despido, parto rumbo a puerto Mitre. Ante este comentario el Capitán Payarola comenzó a tratar de convencerme de que nos quedáramos con él y navegáramos juntos, comentó que estaba haciendo la última descarga, de algunos tambores de JP1 y un lanzacohetes diseñado en la Argentina, que podía cubrir con su fuego, unos cuantos kilómetros del frente enemigo.”
“En fin, no pudo convencerme, le dije que no, que no lo tomara a mal; pero ahora les cuento algo que puede parecer exagerado: Uno presentía a veces al enemigo, o lo sentía cerca, eran como ondas que estaban en el ambiente y yo en ese momento juzgué que no me iba a gustar nada navegar de noche hasta puerto Mitre, así que le dije no señor, no lo tome a mal, me voy de día, por si me llegan a atacar quiero ver cómo y de dónde me atacan, y ver cómo puedo maniobrar. No me acuerdo bien si le dije que de noche todos los gatos son pardos, pero sin luz no quiero hacer esta navegación.”
“Cuando estábamos partiendo todos nos despedíamos diciendo: hasta la noche…hasta la noche… Payarola y Politis se acercaron y este último, viendo los víveres frescos que nosotros teníamos arriba de la tapa de la bodega, nos dijo: ¡Molini regálenos algo! Y un hombre de mi tripulación tomó un gran zapallo y se los tiró de buque a buque. Así que en forma risueña nos saludamos con un hasta pronto. En ese instante, Payarola me da un último aviso: “Ojo Molini, avísele a los puestos de guardia de puerto Mitre, que esta noche van a ver una mancha negra que se mete en el puerto, que soy yo (el buque Isla de los Estados) que no me disparen.” Ok, no se haga problema que yo les voy a avisar.”
CP: ¿Y qué sucedió en la tarde-noche del día 10 de mayo?
RF: “Llegamos a destino tipo las 18 horas, ya atardeciendo y tomé la decisión de no iniciar la descarga porque ya era oscuro y nadie en la zona se podía mover (la haríamos a la mañana), y le avisé a la gente del Ejército del cuidado que tenían que tener con el Isla de los Estados y nos fuimos a dormir. A las 21:00 horas escuchamos comunicación del Islas de los Estados, informando que zarpaba de puerto, del costado del Río Carcarañá rumbo a puerto Mitre.”
“En ese momento teníamos todo el buque apagado, solamente la radio funcionaba con una carga de baterías. A las 22:15 horas se empiezan a escuchar gritos desaforados del Capitán de Corbeta Alois Payarola: “¡Molini! ¡Molini! no disparen alto el fuego, alto el fuego, nos están pegando (pensando que desde el puerto los estaban bombardeando).”
“Pegué un salto de la cama junto con Verneti que estaba en una cama próxima y desde la radio del puerto intentamos hablar con Payarola y decirle “Señor desde acá no están haciendo fuego, acá no hay ningún fuego de artillería”. Y seguía gritando “Alto el fuego, alto el fuego, Molini”. Hasta que se cortó la comunicación, cuando sucedió esto, nos quedó una sensación terrible, yo ya había ordenado arrancar motores y largar amarras sin pedir permiso o sea me largué a navegar porque quería saber lo que estaba pasando, quería investigar qué estaba aconteciendo.”
“Llego a la desembocadura, entro en la misma y empiezo a salir de puerto Mitre recorriendo la distancia lo más rápido posible. Esto en el medio de una oscuridad total, en la que podíamos navegar gracias a que teníamos visores nocturnos. En ese momento por radio y en difusión, o sea yo no le contestaba, el Almirante Otero me llama y me dice: “Quédese donde está y no se mueva por ninguna causa.”
“Él ya sabía que estábamos en Puerto Mitre y ahí yo me di cuenta que estaba metiendo un poquito la pata porque me estaba yendo de Puerto Mitre hacia el San Carlos. Y bueno concretamente en ese momento se prendieron dos granadas luminantes en mi cenit y fue algo increíble, algo impresionante, fue una sensación terrible al ser el barco iluminado de esa manera en el medio de una noche total y negra. Uno sabe positivamente que después de eso viene la salva de los cañones, así que paré y di marcha atrás a toda máquina, empecé a caer con el buque con la arrancada que daba y empecé a maniobrar rápidamente en la angostura, porque es estrecha la entrada.”
“Estas bengalas seguían cayendo y yo iba maniobrando y diciendo ahora vienen los cañones, ahora vienen los proyectiles. Hasta que bueno, una vez que tuve proa adentro volví a poner ‘adelante toda’ y entré a Puerto. Milagrosamente no nos dispararon. Los siguientes días 11, 12 y 13, estuvimos abocados siempre a la búsqueda de cadáveres y de restos.”
“Fui informando todo lo que hallaba flotando, encontré ahí al mayordomo Sr. Sandoval, cuyo cuerpo estaba en una situación horrible, había sido partido al medio por la hélice del buque cuando él se tiró al agua, lo enterramos en puerto Mitre con una ceremonia religiosa el día 15. El día 16 ya se dio por finalizada la búsqueda y nos destacamos a puerto Zorro a llevar los víveres.”
“En la navegación hacia puerto Zorro vimos una cosita amarilla o anaranjada que se movía a la distancia sobre la Isla Cisne, en el medio del Estrecho de San Carlos; ahí me di cuenta que evidentemente había algún ser humano haciéndome señas. Caímos rápidamente y ya desde muy lejos alcancé a distinguir que uno de ellos era Payarola; se le notaba muy a lo lejos lo rubio y lo pelirrojo. De inmediato avisé a Puerto Argentino que lo tenía a Payarola a mi vista vivo y a otro señor, que resultó ser un marinero español de nombre Alfonso López. Así que bueno, cerca de las 10:30 horas los rescatamos a los dos y a partir de allí siguió la historia con otros incidentes.”
“Los sobrevivientes me contaron que estaba el Primer Oficial fallecido en la costa oriental de la isla Cisne; por lo tanto, en vez de cumplir mi misión de llevar la carga a puerto Zorro, preferí ir a buscarlo a José Bottaro porque se merecía un entierro como la gente y así fue. Hasta aquí es más o menos lo que sucedió con el Isla de los Estados y los dos tripulantes que se salvaron. Lamentablemente hoy vive uno solo, el Sr. Capitán Payarola.”
Por: Redacción | Twitter: @ConfluenciaPort
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