Buenos Aires. El valiente accionar de los capitanes mercantes de tres buques poteros: Beagle I, Don Pedro y Stella Maris I, más la presencia de un avión de la Prefectura Naval, lograron que navíos chinos que pescaban ilegalmente calamar tuviesen que abandonar la Zona Económica Exclusiva (ZEE) de nuestro país.
Los capitanes Pablo Isasa (Beagle I), Eduardo Sosa (Stella Maris I) y Alberto Mendoza (Don Pedro), filmaron todo su despliegue y dieron aviso a la Prefectura mediante un mensaje por el Sistema de Avistaje en el Mar (Siamar). Estos verdaderos barcos piratas actúan apagando sus AIS (Automatic Identification System), equipo electrónico que se utiliza para ubicar la posición del navío, al desactivarlo desaparecen sus señales identificatorias.
Este accionar sistemático de centenares de pesqueros (han llegado a ser alrededor de 600, muchos sin certificación internacional), buques frigoríficos y de abastecimiento, entre éstos un medio centenar de naves españolas, con base en Montevideo que pescan con autorización inglesa en aguas de Malvinas, abastecen de pescado a sus países a precios sin competencia. Estados que ya han destruido sus propios recursos y que continúan con la misma política lejos de sus mares: Llevarse hasta el último pez de aquí aprovechando que no hay vigilancia efectiva para evitarlo.
Depredación, desigualdades y trabajo esclavo
Son varias las consecuencias funestas que la Argentina padece, fruto del accionar de esta flota pesquera multinacional y pirata. Sea que pesquen en aguas internacionales o que en oportunismo incursionen en la ZEE nacional (en ambos casos sin ninguna regulación y además subsidiados por sus países), la depredación que realizan especialmente con el calamar es inmensa.
1) El Illex argentinus tiene una gran importancia en la cadena trófica junto a la merluza argentina (Merluccius hubbsi), y la anchoíta (Engraulis anchoíta). También es presa importante de otros peces y tiene un vínculo importantísimo en los ecosistemas donde se encuentra. La sobreexplotación de este recurso pone en serio riesgo esta cadena, más si tenemos en cuenta que la merluza es central en la pesca del país.
2) Como ya se explicó estos pesqueros piratas no están sometidos a ningún tipo de regulación. Ni zonas, temporadas o vedas enmarcan su actividad y el combo se completa con los subsidios que reciben por sus respectivos países. Las empresas que operan legalmente en la Argentina deben cumplir con una serie de requisitos legales, laborales, seguros, operación en puertos, cumplir las vedas y temporadas de captura, etc. En cambio, la pesca ilegal no tiene ninguna de estas presiones. Por lo tanto, la competencia por ganar mercados no existe.
3) El recambio de tripulaciones, la cantidad de días que el personal puede estar embarcado, las condiciones de higiene y salubridad a bordo, seguros, salarios dignos, etc., no son condiciones que se cumplen a rajatabla en los pesqueros ilegales. Es más, proliferan las denuncias sobre trabajo esclavo de los tripulantes, especialmente en embarcaciones asiáticas.
Este es un nuevo capítulo de una larga historia de saqueo y contaminación que parece no tener fin, de miles de toneladas perdidas de recurso ictícola propio, en uno de los mejores caladeros del mundo, entre las latitudes 35°sur y 52° sur. La falta de regulaciones o intervención de organismos como la Organización Mundial del Comercio, especialmente por el tema subsidios, ya que sin ellos estas flotas no operarían tan lejos de sus países, no contribuyen a ponerle fin a este tipo de actividades.
Mientras tanto el perjuicio económico para la Argentina es enorme. La prohibición global de los subsidios es imprescindible y es parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas (ODS), específicamente el 14. Esto fue un compromiso asumido por 193 jefes de Estado, ratificado en la Cumbre de la ONU de 2015, y que puso como plazo para el cese de los subsidios al año 2020.
Fuente: fis.com y elpais.com
Por: Redacción | Twitter: @ConfluenciaPort
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