Buenos Aires. La expedición MOSAIC (Observatorio de deriva multidisciplinario para el estudio del clima ártico), a bordo del rompehielos Polarstern partió de Noruega en el pasado me de setiembre. El destino fue el Ártico, en donde se encuentra varado el buque (por propia decisión) y así permanecerá a lo largo de un año. El propósito estudiar el cambio climático en aquella inhóspita región del planeta.
En estos casi dos meses de travesía, ya que el navío deriva junto al témpano en el que se encuentra, los investigadores desplegaron gran cantidad de instrumental en derredor del barco. Amén del riguroso clima, la oscuridad permanente en esta época del año y las grietas, ellos deben ser muy cuidadosos con los osos polares, que curiosos se acercan a las estaciones y en ocasiones provocaron daños.
Pero este último fin de semana el problema fue una gran tormenta de viento, más de 75 km/h y muy bajas temperaturas. Alertados por el servicio meteorológico, la tripulación y los investigadores aseguraron todo el equipo sobre el hielo marino y también en la cubierta del Polarstern. No obstante las precauciones tomadas, sufrieron las roturas de algunas antenas y otros materiales.
Finalmente, debido a la intensidad del viento, hubo movimiento en el lecho helado marino. Esto provocó la formación de grietas, que se interpusieron entre el barco y tres de los equipos científicos. El grupo de logística debió trabajar para recuperar cables atrapados en las grietas. Y una se abrió tanto que, para llegar al instrumental, tuvieron que improvisar puentes para cruzar al otro lado.
En definitiva, obstáculos que seguramente fueron previstos en la rigurosa preparación de la mayor expedición polar de la historia. Que tiene como objeto una mirada in situ del Ártico, epicentro del calentamiento global y obtener conocimientos que serán claves para entender mejor el cambio climático en todo el planeta.
Fuente: mosaic-expedition.org y @MOSAiCArctic
Por: Confluencia Portuaria | Twitter: @ConfluenciaPort
Por: Redacción